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Por Luis Herasme
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Jueves, 27 noviembre 2025.
La decisión del gobierno dominicano de habilitar dos aeropuertos del país: la Base Aérea de San Isidro y el Aeropuerto Internacional de Las Américas, para operaciones de tropas estadounidenses, constituye una intervención directa en la soberanía nacional.
No se trata de un acuerdo técnico ni de una cooperación inocente.
Se trata de un movimiento estratégico que entrega las principales puertas aéreas de la República Dominicana al control operativo de una potencia extranjera.
El argumento oficial es la lucha contra el narcotráfico, pero ese discurso luce cada vez más como una excusa para legitimar la presencia militar de Estados Unidos en territorio dominicano.
Lo que el Gobierno se niega a aclarar es que detrás del aparente esfuerzo “antidrogas” podría estar escondiéndose el real objetivo de respaldar una posible agresión militar contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.
Ya una vez, en 1965, tropas estadounidenses ocuparon San Isidro en un episodio que ha dejado una herida histórica que sigue sangrando en el sentimiento patriótico de los dominicanos y dominicanas.
Hoy, permitir que nuevamente fuerzas extranjeras utilicen ese aeropuerto militar y, por primera vez, el AILA, significa repetir errores que la nación ya pagó con dolor, incertidumbre y pérdida de autonomía.
Además, la República Dominicana no puede permitir que la utilicen para eventuales conflictos armados fuera de su frontera, en este caso contra la vecina nación venezolana.
Esta decisión del gobierno de Abinader, coloca al país en el mapa de un conflicto que podría arrastrarlo a consecuencias impredecibles.
Ningún gobierno, por más poder que ejerza, está autorizado a entregar los aeropuertos del país para que se conviertan en piezas de una estrategia militar extranjera.
Otros no pueden decidir por nosotros. El destino pertenece, únicamente, al pueblo dominicano.
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