Ellos pueden celebrar; el pueblo no.


Por Luis Herasme
Sábado, 22 de noviembre 2025.

En República Dominicana hay un cuento que ya cansa.

El Gobierno vive diciendo que “la banca está fuerte”, que los bancos están ganando más cuartos que nunca antes, que eso es señal de que la economía va bien.

Pero en los barrios es otra historia: todo está más caro, los sueldos no suben, pierden poder de compra por la inflación y la gente vive endeudada.

Entonces, ¿quiénes son los que están en la miel del bienestar?

En el año 2024, los bancos manejaron casi cuatro billones de pesos (cuatro millones de millones) y prestaron más de dos billones. De ese monto prestado, se metieron más de 100 mil millones de pesos en ganancias.

Entonces, no hay dudas: los bancos están fuertes, sí, pero fuertes con lo que tú les pagas y con lo poco que te dan por tus depósitos.

¿Y cómo hacen su negocio? Sencillo: a través de las tasas activa y pasiva y recurriendo al Banco Central.

La tasa activa es lo que el banco te cobra cuando coges un préstamo. Hoy ronda el 15%.

La tasa pasiva es lo que te pagan cuando depositas tu dinero, y a ti nada más te dan un 9%.

Te cobran caro cuando te endeudas, y te pagan barato cuando tú les prestas en cuentas de depósitos o certificados de "participación".

El tercer dato es que los bancos buscan dinero baratísimo en el Banco Central, a una tasa que el pueblo nunca verá, entre 5.75% a 6.25% anual, para prestarlo a la gente a una tasa
 mínima de 15% anual. Compran barato y venden caro y el negocio siempre les cuadra.

El problema es que muchos préstamos de la gente del pueblo no son para montar un negocio, sino para sobrevir.

También les va mal a los que cogen prestado para invertir en pequeños negocios, por los altos intereses. Nunca llega el prestamo barato al colmadero, al motoconcho, a la doña que vende empanadas, ni al joven que quiere iniciar un taller.

Dicho lo anterior, queda claro que la economía popular de un país no se mide en base a las ganancias que cada año sacan los bancos y las élites macroeconómicas, sino en si a la gente le alcanza para comer, para cubrir la salud, la luz, limpieza, el alquiler, el transporte y otras necesidades básicas.

Mientras los beneficios no se sientan abajo, en la gente que madruga y trabaja, no habrá historia del Gobierno que pueda convencer a los dominicanos y dominicanas, porque la realidad se siente en el bolsillo, no en los discursos.
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