Profesor Luesmil Castor escribe carta a Teuddy.

Loesmil Castor, maestro de la UASD.


Carta a Teuddy Ariel Sánchez.

Por Luesmil Castor.


Hoy quiero pedirle perdón a los dioses, por atormentar su espíritu, por revolcarme en su gloria de espejos entristecidos con sobra de palomas blancas, sobre todo porque me sublevo al remordimiento, a la tristeza, al desconsuelo, así no quiero recordarte, te prefiero taladrado de alegría, bañado de humildad como cuando te conocí en el ayer de hace 20 años, cuando ya había matriculado la alegría tu rostro de sonrisa fresca, de un Sur que amaste en la demencias de los peses ahogados de sonrisas en tus ojos vivarachos.

Llegue ante ustedes colgado de espanto, pues andar en lo desconocido me permite poder mantener vivo la capacidad de asombro, tu delgado, más que delgado flaco diría mi abuela Eva, contrario a Cobi que su corpulencia deportiva sobran por sobre su enorme riza desgarbada, solo comparada con la Dabeiba, que un día del semestre se nos fue para el enganche y ya jamás supimos de ella aunque a Emma Pérez le preguntáramos, la tropa era Grande Teuddy, recuerdo a Wanda Méndez cobijada de inocencia pueblerina y que decirte de Eurípides con su alegría siempre improvisada esperanzas y recuerda tu feflista y José Corniel unerista pero la sangre no llegaba al rio Biran, ese que te vio nadar sus charcos y corretear sus orillas, la tropa era grande Teuddy recordaras a Oche con su verbo encendido de ilusiones turbulentas del imaginario colectivo, y Cuca la espiga que te insultaba de amores trasnochados -son tantos los de la cofradía- que se algunos se quedaran sin mencionar, porque más que una cofradía éramos como una pandilla.

Por ello mejor te cueto, sin que sea un cuento el recuerdo del día en que me fui dejándolos a ustedes en aquel mayo del 1994, aun era un mozo con ideales de cambiar el mundo, aunque no te niego hermano que sigo haciendo el intento por cambiarlo y si se descuidan tu que me conoces sabe que lo hare, pero el dolor de aquel fin de semestre, no es comparable con el que siento ahora hermano, hoy es distinto, lo que ha dejado tú en mi imaginario existencial es el desgarramiento de mi espíritu, no te culpo por el dolor que nos ha causado, total es inútil el poder recobrarte de esa partida necesaria a la que no nos acostumbramos, como no nos acostumbramos a verte sin el cumplimiento del sacerdocio periodístico que asumiste, ya no nos acostumbraremos dejar de ver tu colección de sonrisas atrincheradas en rostro jabao de tu cuerpo.

Imposible hermano Teuddy que no hubiesen golondrinas que anunciaran tu partida, ni canto de ruiseñores pregonando el himno de los incautos caídos, escribirte esta carta me traslada al “Canto a Proserpina”, de un barahonero tan autentico como tú, con un canto poético en su batallar espiritual que rompe los acordes de los tiempos mercuriales. “señora ¿qué mal te hicimos,

qué frutos agraciados te tomamos,

qué purificaciones te impedimos,

qué mágicas reliquias te arrancamos?

Ella dejó la buena luz del címbalo

y nos tendió su manto.

Desde entonces llegó la oscuridad al

[mundo,

y por más que oremos en los rincones

[tristes,

nuestras lágrimas seguirán siendo

[iguales,

nuestras dichas tardarán un minuto,

nuestras súplicas no llegarán a Dios.

La madre de Las Furias nos ha traído

[espadas,

inquietantes noticias, templos

[derribados;

y sin embargo, una paloma que cruza

[por su pelo

tiene un temblor divino

yen ciertos amores imposibles

hay una fiebre alucinante

y cuando oímos el lamento del mar o la

[campana

hay formas que uno busca en la

[materia“….Luis Alfredo Torres no lo escribió para ti, tampoco para mí, yo que lo conocí en nuestra camitas por el Conde ya en la penumbra existencial de su paso terrenal tampoco le pregunte si te lo escribiría, para hacer desandar esta mañana plomiza de ciudad intramuros que no puede retener el dolor de tu partida inesperada.

Hoy solo hay un lamento pueblerino de aquellos que no quieren admitir el ordenamiento de la existencia terrenal, no te ha ido porque estés, sino porque quienes te conocimos no queremos aceptar que te fuiste y ”estés donde estés, nunca voy a olvidarte…te lo juro por Dios, nunca voy a olvidarte ”, este es la promesa del compueblanos que te conocieron, que te compartieron, que te atesoraron en estos pocos años de vida que pasaste entre nosotros, fueron pocos Teuddy, los malos y las malas pasan más tiempo entre nosotros, vertiendo sus venenos insospechados de amistad.

En cuanto a mi hermano, no tengo problemas en aceptar que saliste a dar una ronda, diríamos en buen sureño una vuelta al otro lado del remodelado parque, quizás mirando el remozado de su glorieta, por allí andas, empasolado tras la noticia, volverá en un rato, yo lo sé, más aun lo presiento, después de 20 años murmurando el ombligo del Sur, sabemos tu y yo que es posible reencontrarnos de nuevo en la esquina del parque donde siempre nos veíamos, donde charlábamos, tumbábamos el gobierno, recogíamos la basura que se les olvido al ayuntamiento que nos miraba, sonaba la sirena código comunicacional para entender que termino la charla, tú pasola en mano yo aconcho. Ven Hermanos y Hermanos que mañana sábado él y yo otra vez nos encontramos. Entonces te contare que tu juego a la escondida ha sido una NOTICIA DESAFIANTE DE LA ALEGRÍA.

Atte.

Tu hermano Luesmil

Santo Domingo, 11 de dic. 2014.

Por Luesmil Castor.
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