
Apostemos por que el gobierno que se instalará el 16 de agosto en República Dominicana, teniendo a la cabeza al presidente electo Danilo Medina, tenga la voluntad, la fortuna, la fortaleza, la firmeza y la inteligencia divina de transitar con mente, pasos y manos libres, en apego al interés popular.
Gigante y libre en política exterior, para que pueda entrar con eficiencia y grandeza a los necesarios proyectos de integración latinoamericanos.
Gigante y libre en política interna, para cambiar el modelo de producir riquezas, en función, esencialmente, al interés de los sectores productivos pequeños, de clase media y del pueblo en general.
Gigante y libre, para revolucionar la cultura, la educación, la política partidista y las funciones administrativas de las instituciones civiles y militares.
Gigante y libre, para adecentar las dependencias públicas a los fines de que sean creíbles y ejemplos al mundo.
Gigante y libre, para impulsar un Estado soberano, sin sombra alguna de intromisiones extranjeras.
Dicho de otro modo, apostemos por que el gobierno de Danilo reivindique los principios del fenecido líder y fundador del Partido de la Liberación Dominicana -PLD-, el profesor Juan Bosch, tal como ha prometido al país en reiteradas oportunidades, antes, durante y después de ser electo.
A menos de tres meses para el traspaso de mando, la República Dominicana está entre dos opciones: la convencional, tradicional, obsoleta, inútil y en permanente reciclaje, y la opción que nos da la oportunidad de entrar al cambio que conduce a la esperanza y al desarrollo nacional con inclusión, equidad, solidaridad y fe renovada en el futuro.
Apostemos por la opción del cambio, constante en el discurso de Danilo, en cada una de las 32 provincias recorridas durante los meses de proselitismo.
av/am
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