!Hay que matar a los delincuentes!

Por JOSE LOPEZ
Hay que matar a los delincuentes! A menudo escuchamos este clamor como un grito desesperado, y tiene su razón a simple vista quien grita y reclama terminar con ese mal sostenible en una sociedad de desigualdad.
Hay que vivir en un barrio populoso para darse cuenta qué significa este flagelo, hay que vivir de cerca esta realidad, hay que estar allí y ver el rostro sin máscara de la delincuencia.
Digo vivir, más bien debería decir sobrevivir, allí donde la vida para muchos tiene tanto valor o menos que un celular, o cualquier otra prenda material superflua.
Todos de una manera u otra llegamos a ser víctimas de ese mal que corroe y rompe las simientes, quitando el sueño y nos pone a vivir en el desasosiego y la desesperación.
Cuando la delincuencia toca los límites y nos llega el día llorar un ser querido, un vecino, un amigo, un hijo, que triste, ciertamente nos invade el miedo, el rencor, y se apodera de nosotros la impotencia.
Vista esta realidad desde la perspectiva de un afectado ciudadano común, ¡hay que gritar matemos a los delincuente!.
Detengámonos un momento, y miremos esta misma realidad un poquito, veamos este monstro más a dentro.
Les invito a reflexionar sobre estas preguntas ¿qué es lo que lleva a los jóvenes a delinquir, ¿ en qué condiciones viven?, ¿Cuál es su nivel académico?,? tiene en su medio los centro de diversión y recreación adecuado?.De esta manera podrimos hacernos un sin número de interrogantes que pudieran darnos otra perspectiva de lo que ante ya describimos.
Resulta que siempre ha sido fácil cortar ramitas, no importa, ellas volverán a retoñar avece con mayor fuerza, pues el ambiente le permite a ese viejo tronco resurgir.
¿Nos parecería bien que en una sociedad cada vez que un paciente llega al consultorio enfermo, el médico le aplicara como solución una letal eyección?.
Se repetiría un ciclo tras otro, y los pacientes de los enfermos seguiríamos siempre gritando ¡maten a eso enfermos!
Quiero significar con esto que no se trata soluciones a medias y crueles e ilegales, como la de llegar a gritar ¡matemos a los delincuentes!.
Matar a los delincuentes nunca ha sido solución sostenible, sino veamos sociedades que han implementado la pena de muerte, acaso han solucionado el problema definitiva mente.
Matar en tan fácil como acostumbrase a ellos, nadaren círculo sin ver un puerto seguro que nos dé seguridad de vivir en convivencia pacífica con la tranquilidad deseada.
Invito pues a empoderarnos de la dura tarea de crear un Estado y una sociedad, que trabajen para llegar a las razones que engendran este mal, y buscar soluciones definitivas, esto implica investigación, organización y derogación de recurso, para implementar estrategias que ataquen el mal en su más intima simiente.
Nos plantea esta situación una encrucijada, vivir temerosos, intranquilos o dejar las gradas, dejar de ser espectador y pasar a ser un actor cociente, ser pro atactivos, incluirnos en la solución.
Asumo el desafío de vivir sin miedo, haciendo lo necesario desde mi humilde posición do quiera este por una sociedad pacifica, solidaria y libre de delincuencia de cualquier nivel.
Av/am
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