Por Luis Herasme
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Dominto 14 de diciembre 2025.
Su contendora, Jeannette Jara, del Partido Comunista de Chile, reconoció la derrota tras alcanzar un 41.83% (5,205,791sufragios), un desempeño que, lejos de ser marginal, confirma la fortaleza del espacio progresista chileno.
La victoria de Kast no se explica únicamente por su caudal electoral propio, sino por la convergencia de fuerzas que se produjo entre la primera y la segunda vuelta.
Tras quedar fuera de competencia en la ronda inicial, los partidos y candidatos de derecha cerraron filas en torno a su candidatura, unificándose sobre la base de una ideología compartida y de la necesidad estratégica de asegurar el poder ejecutivo.
Este alineamiento era previsible y fue determinante para inclinar la balanza en una elección polarizada.
Por su parte, Jeannette Jara llegó a la segunda vuelta respaldada por una coalición amplia de organizaciones de izquierda y centroizquierda.
Por su parte, Jeannette Jara llegó a la segunda vuelta respaldada por una coalición amplia de organizaciones de izquierda y centroizquierda.
Su resultado final de 41.83% adquiere mayor relevancia cuando se analiza que no solo fue la candidata más votada en la primera ronda, sino que logró sostener un respaldo considerable frente a un bloque conservador que se presentó cohesionado y con mayores posibilidades de sumar votos en el en la segunda ronda.
Desde un punto de vista analítico, el desempeño de Jara puede calificarse como sólido y políticamente significativo.
Desde un punto de vista analítico, el desempeño de Jara puede calificarse como sólido y políticamente significativo.
El dato central es que el ala progresista de Chile cuenta hoy con el apoyo casi un 42% del electorado, una base social y política nada desdeñable. Este respaldo revela que, aunque la derecha haya logrado capitalizar la segunda vuelta, la izquierda chilena mantiene una presencia estructural y competitiva en el sistema político.
El reconocimiento temprano de la derrota por parte de Jeannette Jara también refuerza un rasgo distintivo de la democracia chilena: la confianza en su sistema electoral.
El reconocimiento temprano de la derrota por parte de Jeannette Jara también refuerza un rasgo distintivo de la democracia chilena: la confianza en su sistema electoral.
Chile dispone de uno de los mecanismos electorales más firmes y transparentes de América Latina, caracterizado por conteos rápidos, reglas claras y una alta credibilidad institucional.
En este contexto, el fantasma del fraude electoral presente en algunos países de la región, citando a Honduras, por ejemplo, no forma parte del debate político chileno, lo que contribuye a una transición ordenada y legítima del poder.
La elección deja varias lecturas de fondo. Por un lado, evidencia la capacidad de la derecha para reagruparse eficazmente en escenarios de segunda vuelta.
La elección deja varias lecturas de fondo. Por un lado, evidencia la capacidad de la derecha para reagruparse eficazmente en escenarios de segunda vuelta.
Por otro, confirma que la izquierda, aun en la derrota, conserva un piso electoral robusto que le permitirá seguir siendo un actor central en la oposición y en la disputa por el rumbo del país.
En síntesis, Chile inicia una nueva etapa con un presidente electo de ultraderecha, pero también con una sociedad políticamente dividida y un progresismo que, lejos de quedar relegado, emerge como una fuerza con peso real y proyección futura dentro de una democracia institucionalmente sólida.
En síntesis, Chile inicia una nueva etapa con un presidente electo de ultraderecha, pero también con una sociedad políticamente dividida y un progresismo que, lejos de quedar relegado, emerge como una fuerza con peso real y proyección futura dentro de una democracia institucionalmente sólida.

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