Luesmil escribe a periodista Celia, fallecida la noche del lunes.


El maestro de comunicación social de la Universidad Autónoma de Santo Domingo -UASD-, Luesmil Castor, escribió una carta a la periodista Celia Altagracia Ozoria, tras conocer de su fallecimiento repentino, la noche del lunes.
Celia murió,  presumiblemente de un infarto en su casa del sector San Lázaro, Distrito Nacional. 
 Luesmil escribe: Carta a mi hermana Celia.
Por Luesmil Castor:

Hay cosas que en la vida, son el preludio del adiós, son ese paso las cosas atrapadas en la materia que se nos insinúan como otredades sentidas en cuerpos extraños de espacios descolgados de insomnios y si eso pasa la nostalgia se aproxima como un velero surcando la inocencia de una existencia prestada de emociones. no te vi, no porque no quise verte, sino porque estoy aquí acarralado de espantos nocturnales.Anoche trabaje duro en mis proyectos personales y dormí casi con el día entre mis dedos, levantarme es el impositivo categórico de ser cabeza de una familia, mi familia que también te compartieron en muchos momentos, vi las noticias y no hablaron de ti, dijeron de wesolowki, de Danilo y otras pendejadas mediáticas que tu no admitirías igual que yo, cosa rara mis teléfonos no sonaron en todo el día a no ser a la 3:10 que la entrañable Dulce Restituyo me localizo para restituir nuestra amistad distancias entre la isla y la resquebrajada y zarandeada España, la cita no cuajo, volví por el ritual de mi caminata melenconianas.

Sin embargo, ahora recuerdo aquel día en que te presentaba Narcisazo me dijo que en ti había destello de mulata rebelde (la explanada de la Facultad de Humanidades estaba repleta de gentes) eran mis días nuevos en la UASD que recuerdo yo que años corrían, no hablemos de años quizás pensemos que estamos viejos y el MCU si que ya era un viejo lleno de cantos, poesías y cultura popular, pero tu y yo no lo éramos tanto, tampoco Cubi y sus declamaciones ni Mario y su guitarra, pero ese día proyectaste hacia mis ojos ese vendaval de golondrinas que salía de tus sonrisas y aunque no fue posible amarlas a todas en una sola cosecha, no hizo falta, cada vez nos las daba sin el permiso de los dioses, entonces aprendimos a cosecharlas en cada encuentro.

Como “negra preciosa”, siempre te decía Daniel Piña, fuiste la reina del pelo mulato, aun cuando el feminismo no lo cultivaba, cuanto teatro callejero hiciste que tu vida paso como una escena, quien se ríe ahora con tu risa mulata engargantada de esperas citadinas, recuerdo que te hable de Lamouth esa tarde plomiza en que la lluvia empezó, te intereso cuando te dije que J. Sánchez Lamouth era él más alto pontífice de la tristeza literaria del planeta y te leí frente al murmullo del MCU: “Oh alma sin ventanas!¡Oh piedra del camino!
¡Oh rostros imposibles de estar sobre la tierra
Necesito la tinta de los troncos yacentes
para escribirles salmos a las tumbas heridas
no sé por qué ponen tantas estatuas entre los cementerios.
Mis versos populares son para las aldeas,
mi religión se encuentra al aire libre.

Para qué más ventanas hoy que la tierra muere cansada de campanas
aquí…nunca te pude decir que ese poema se llama “FABULA, y para qué, si “recuerdo que perdí mi libros por meses, y me comentaba cada tarde en la facultad, sobre la tristeza y grandeza del maestro, como yo te emborrachaste con su creación literaria, de dejaste arrastrar por su torrente y desbordante hacer de poesía desde lo sencillo, eras tu que me decía entonces sobre el “poema 8″, o sobre los “Hoteles Baratos” o ese ” Cien Oídos de beethoven” que te llevo casi a la locura , por ello me pediste ir a la aldea una tarde de domingo en torno a la iglesia con los aspirantes a poeta en aquel taller que inmortalizaba al maestro con su nombre, hasta allí llegaste como si estuviese gastada de alegría, fue tan solo por un instante Celia, no bastaron las musas, las polémicas, tu risa renacía al tonar del murmullo del Ozama.
Te recuerdo no solo por tu risa, sino por todo eso que vivió en ti y vive en nosotros y no me traiciona la memoria de verte con tu lata de piedra para apoyar las luchas libertarias y de reclamos estudiantiles en la UASD de aquellos días de pasos rondados de sangre y desaliento entre las duras batallas estudiantiles, pero después de graduados no dejamos de tocarnos las miradas, el escenario fue otro y allí estaba, las grandes batallas en el Colegio Dominicano de Periodista (CDP) y siempre coincidimos del lado de la mejores causas aunque no fueran las que ganaran, pero era allí donde estaba y no era casual.

Ahora sé, que te fuiste ha estrujarte en lejanos horizontes nostalgias del arte sumiso de los ángeles celestiales, para que Celia, si eras un ángel terrenal, para que envidiaste ese odioso trayecto a la tristeza como ultimo legado hacia nosotros.

No es posible creerte Celia, no busques excusas para sustraer de lágrimas los rostros que irradiaste de alegría desde y con tu cara de flor y convento, de veintiuno y un quemao y quien lo quemo…no importa el lugar a donde fuiste a esperarnos, no olvidaremos los rizos, tu riza descolgada de espantos, tus ojos desafiantes a las tristezas, tu rostro sin maquillaje atento a ti, ese cuerpo vivaracho de mulata, no importa “negra fulooooo”, no importa lo clame Chamón o Cubilete, o lo cante Mario “ voy a escarbar tu cuero…voy abrir la puerta de tu pecho, descorrer la cortina de tu alma, despojando las penas del recuerdo”…porque tu hermana Celia no te marchas a partir de ahora eres una semilla que se siembra en cada surco de nuestros sentimientos, te veré mañana en cualquier actividad gremial del CDP o SNTP.

Eran las 10 de la noche cuando una llamada de amigo periodista me dijo du requería de nosotros un encuentro especial para decirnos un adiós sin despedida.

Luesmil Castor
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