Por Luis Herasme.
En 1990 fue liberado, tras 27 años de prisión. En 1994, fue electo presidente de la República Sudafricana. Gobernó hasta 1999, con el legado de contribuir a crear una nueva conciencia nacional, libre de los remanentes del Apartheid, instaurado por los blancos hasta su llegada al poder.
Mandela fue firmeza, resistencia, reconciliación, perdón, tolerancia, dignidad, honestidad, y trabajo incansable a favor del desarrollo de su país, sin distinción de color de piel.
Su muerte no es su muerte, porque sus ideas y sus obras trascienden la carne, para convertirse en inmortales y transitar cada segundo sobre las calles, las casas, las instituciones, las plazas y los campos, no solamente de Sudáfrica, sino de todo el planeta.
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